dimarts, de juny 27, 2006

Pablo



Una de las cosas más lindas que tiene Barcelona es el poder salir a desayunar casi todas las mañanas a un bar y que eso no signifique, como pasa en Buenos Aires o en París, tu ruina económica. Debo reconocer que desde hace un tiempo ya no es tan como antes, pero se puede decir que salir a la mañana a tomar un café con leche y a leer todos los periódicos no sólo constituye parte de la auténtica felicidad sino que además, por ahora y esperemos que dure, se puede hacer. Debe ser una de las pocas cosas que se conservan de la vieja Barcelona a la que llegué.

Pablo era el camarero que nos servía cada día y desde hace una semana no trabaja más en el bar.

Pablo, el príncipe, como lo llamaba yo. Nunca me atreví a preguntarle de dónde era, un poco por pudor y otro poco, bastante, porque quería llevar a la práctica mi idea que no importa de dónde son las personas. He estado a punto mil veces, aunque la curiosidad me consumía nunca pude preguntárselo, me parecía una imprudencia. Porque además la verdad..... ¿qué tenía que ver de dónde era?.

Hablaba inglés como nadie y era, repito, un príncipe. Amable sin ser meloso, serio sin ser maleducado. Impecable, cordial. Era admirable verlo trabajar. Por la cercanía con la ramblas, el bar estaba siempre con muchos turistas, ingleses, franceses, australianos, italianos, suizos....SIEMPRE hacían de él algún comentario. No había quien se fuera del bar sin mirarlo con asombro.

Yo misma he presenciado cómo le proponían trabajar de maitre en un restaurante de lujo y él, con muchísima educación y delicadeza, decía que allí estaba bien, que no, que gracias.

Era difícil devolverle su exquisita atención porque en este bar que les digo no se deja propina. Sólo hay un tarrito al costado de la caja, en donde uno si quiere deja algo y luego entre todos se lo reparten. Los dos camareros, las chicas de la cocina, los que limpian, todos. No me pregunten porqué pero nadie deja nada. En ese tarrito apenas si se ve alguna moneda suelta de diez o veinte céntimos. Lo intentamos varias veces pero era prefabricado, no era natural. Intentamos de todo, dejarle la propina en la mesa, dársela a él en mano delante de sus jefes para que ellos vieran que sólo le queríamos dejar a él, dejar en el tarrito, enfin, lo intentamos todo. Y siempre quedaba raro, prefabricado, no natural. Y si algo era genial en él era justamente eso, que él te atendía sabiendo que nadie le dejaría propina porque en ese bar no se estilaba.

Para él fue directo mi “regalo de empresa”, esa costumbre que se tiene de a fin de año regalarle algo a los empleados. Me había tocado ese año un hermoso y enorme regalo de empresa con turrones, cavas, vinos, de todo. Una botella de vino fue a parar a mi cartero (a éste más por miedo que por cariño, siempre me sentí muy frágil respecto del poder de los carteros...¿cuántos segundos pueden tardar en hacer desaparecer una carta...? una carta simple que te envíen, sin aviso de recepción...¿cómo recuperar todo el amor de la persona que estuvo quién sabe cuánto tiempo pensándola y escribiéndola...?).

Pero lo demás, jamón, cava, turrones y almendras fue directo para Pablo, no tenía ningún miedo que pensara nada raro, era puro amor y agradecimiento. Era la única manera que tenía de decirle:
-Sos lo más, me encanta verte cada mañana, me encanta que sepas que sólo tomo un café con leche, me encanta que me digas “señora” como una manera de hacerme ver que tu amabilidad no tiene que ver con un ligue, me encanta que sepas que me levanto al lavabo treinta veces y me vigiles mis cuadernos y mis libros en la mesa, me encanta que si llego y está lleno me avises qué mesa se está por desocupar cerca de la ventana. Me encanta. Me encanta que trates bien a todo el mundo, de aquí de allá y de donde sea. Me gusta que no seas prejuicioso con los catalanes, aunque alguna vez por alguna cosa nos hayamos reído cómplices..."éstos catalans...” pero sabiendo los dos que era con todo el amor y con toda la crítica que uno le puede hacer a un tío excéntrico de su familia.

Después de seis años se fue. Así, de un día para el otro y como me dijo la dueña del bar “sin siquiera darme los quince días”....”-no se me ocurre qué a podido pasar -decía la dueña- no lo entiendo....tan buen chico que era. No entiendo como alguien como él, con idiomas, con esa presencia, se pudo ir a trabajar a la construcción, a jugarse la vida en un andamio, a quemarse de calor bajo el sol, con 40 grados ahora en el verano....no lo entiendo....”

Un camarero de bar cobra 1000 euros. Un alquiler 700. Un obrero 2000. Pablo tenía una mujer y un hijo. No creo que sea muy difícil encontrar la respuesta.

dijous, de juny 22, 2006

Jueves (Jueves a las diez)




Escucho: I Dont't know wath it is
Rufus.

dimarts, de juny 20, 2006

Cena a las ocho



Cena a las ocho

No importa cuan fuerte seas
voy a derribarte con una pequeña piedra
Voy a quebrarte para ver
cuan digno eres y cuanto vales para mí.

Antes de los alegres brindis, Cena a las ocho estuvo bien
Antes que esas revistas viejas nos hicieran empezar a pelear.
La verdad es que como otras veces el que empecé fui yo
¿Porqué siempre es a mí al que se le dice que se vaya..?
cuando de hecho hace mucho tiempo, mientras caía la nieve
¿Quién fue el que me dejó?

Así que ahora levanta los puños
yo voy a levantar los míos,
Porque esta vez no vas a escaparte de la escena del crimen.

Estoy seguro que hay un lugar
cerca del fin del mundo
cerca del fin de nuestras vidas
para nosotros.
Pero hasta entonces, papi,
no te sorprendas si quiero ver lágrimas en tus ojos
Porque entonces así sabré que aquella vez, mientras caía la nieve
me amabas.



Texto: Rufus Wainwraith.
Traducción: Mariana Enríquez... and me.

Escucho: Dinner at eigth, de Rufus Wainwraith
I want one.

dimarts, de juny 06, 2006

Las caras de los indios muertos por todo el pantalon (Mis Levi's, parte II)




Es inútil. Desde aquella época, cada vez que miro cómo me quedan los pantalones sólo veo al general Custer a caballo disparándole a los indios Siux. Ya no veo si me quedan largos o si tengo que hacerles el dobladillo, sólo aparecen imágenes de formularios firmados en inglés que impiden la entrada de medicamentos en Latinoamérica y aviones en Nagasaki tirando bombas atómicas. Ni hablar cuando me doy vuelta para comprobar si me hacen un buen trasero, nada más identificable que la parte de atrás de un Levi’s, con su etiqueta inconfundible y una v de victoria camuflada en rayitas que anticipa el éxito futuro. Me siento infecta y una cómplice perdida.
Lo que les decía, no sólo es difícil llegar a juntar los ciento treinta euros que cuestan los pantalones que me gustan, después de eso tengo que tener estómago para calzármelos y caminar como si nada. Eso pasa por tener padre.

diumenge, de juny 04, 2006

No me puedo comprar unos Levi's en paz



Poco le sirvió a mi padre inculcarme El Capital, las lecturas de Arturo Jauretche, y que cada año para los cumpleaños cantáramos abrazados La Internacional. Yo es pasar por la tienda de Levi's y enmudecer. Lo primero por los precios, y después porque miro amargada en la vidriera los vaqueros de mis sueños y no, no puedo no puedo no puedo. Nunca podría.

Mi papá tenía varias obsesiones, entre ellas "Norteamérica". Cada vez que comenzaba a hablar de esto, hacía la aclaración: -"Hablo de Norteamérica, no del pueblo norteamericano". Queda claro entonces, cuando mi papá hablaba de norteamérica hablaba del país y no "del pueblo norteamericano". Por él supe varias de las cosas que había hecho ésta gente, sobre todo lo de la bomba atómica, la matanza de indios de general Custer y lo de Rusia (él siempre quizo ir a Rusia, o ser ruso, o tomar vodka sin que le estén encima como pasa con los rusos en Rusia, o al menos enamorar a una rusa, única nacionalidad que se le resistía a mi padre sobre todo porque las rusas, parece ser, son muy ortodoxas. Supongo que también le hubiera gustado hacer la revolución rusa, pero ese es otro tema).

La cuestión es que aborrecía a los Estados Unidos. Por él también supe que la frase "América para los americanos" era etimológicamente incorrecta porque América es TODA, la del Sur, la del Centro y la del Norte. De él escuché por primera vez la palabra Latinoamérica y la frase "América es toda una y no de los Norteamericanos". No me meto en camisa de once varas a hablarles lo que pensaba del bloqueo a Cuba porque entonces ya sí nos quedamos hasta las doce. Muchas más cosas escuché sobre el tema pero no quiero agobiarlos. Sobre todo porque no sé qué hago por éstos pagos cuando lo que yo quería era contar de mis angustias con los Levi's.

Digamos que yo, como todo adolescente normal en el mundo, quería tener un par de esos maravillosísimos pantalones que son tan lindos y quedan tan bien. Por diversas razones que no viene a cuento enumerar, ni mi hermano ni yo por aquel entonces estábamos en condiciones de pedir que nos compren nada, menos aún un par de pantalones, menos aún unos pantalones "de marca" (sea ésta la que fuere). Pero yo, que desde edades tempranas (horrorosamente tempranas) fuí muy apañada en esto del trabajar, tardé dos cumpleaños de vecinitos míos en hacerles obras de títeres y conseguir así el dinero para comprármelos. Fué así, como a los quince años, sola y mi alma, conseguí comparme los benditos Levi's.
En menos de los que canta un gallo estaba plantada en el salón de la casa de alguna de las mujeres de mi padre enseñándole mi compra magnífica. Orgullosísima estaba yo de haber trabajado y que me hayan pagado TANTO.

Al verme tan feliz y orgullosa, mi papá me miró horrorizado:

-¿Que hacés con eso puesto?

-¿Con qué..?

-Esos pantalones, son la quientaesencia del imperialismo.

-¿Perdón...?

-Estás representando lo más asqueroso de los colonizadores. Son vaqueros ¿sabés vos lo que son los vaqueros, no? Esos tipos que arrean vacas y que exterminaron a los indios Siux. Vos decidirás qué hacés con tu vida.

(Yo es que aquí ya me había quedado muda).

-Georgina, por favor, no pongas esa cara de mosquita muerta. Sabés perfectamente de lo que te estoy hablando.

-Estás enfermo papi, son unos simples jeans!!!

-Nada de "simples jeans". Nada es simple, y menos esos pantalones. Están confeccionados con "tela de jean", pero son unos "vaqueros". Hasta en eso son unos hijos de puta, se apropiaron de una palabra francesa para crear la bandera que enarbolarían y con la que dominarían el mundo.

(Por el nivel de delirio del comentario, hago aquí un punto y aparte para recordarles a los que no lo saben, que mi padre bebía. Sigo.)

-No entiendo qué hice mal con vos, no entiendo cómo una hija mía puede ponerse eso. Te falta el sombrero y las botas y te podés ir a presentar para hacer la publicidad de Malboro, a fotografiarte con los caballos al cañón del colorado. Es patético.

¿Qué puedo decirles...? Los años pasaron, muchos, muchos, muchos. Y cuando me acuerdo de esto me sigo quedando muda.
Como buena ex-psicoanalizada, vuelvo al inicio de la conversación y los hechos para intentar entenderlos:
Entonces recuerdo que él me dijo:

-¿Qué hacés con eso puesto..?

Estuvo claro desde el principio. No quería una hija que lo cuestionara, sólo quería que me quitara los pantalones.