divendres, de març 30, 2007

El infierno de los vivos

"El infierno de los vivos no es algo que será: existe ya aquí y es el que habitamos todos los días, el que formamos estando juntos.
Dos formas hay de no sufrirlo.
La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y convertirse en parte de él hasta el punto de dejar de verlo ya. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio."

Extracto del libro "Las ciudades invisibles", de Italo Calvino.
En las fotos: Italo Calvino (Ggle).
Post que dedico a mi padre que me enseñó a escaparme de lo primero y a saber ver, y hacer, lo segundo. Felices 64 años, dondequiera que estés.
Escucho: A Rufus...cantando Barcelona.

divendres, de març 23, 2007

Extremo de conversión en luz


Quedarán en mí las huellas de quien fui. Marcas, señales, los dolores. ¿Cómo deshacerse? ¿Cómo poder, aún con dolor, ser implacable y desechar esos pedazos arrancados en mí?
Fuertes, fuegos fuertes que me aniquilan y derraman ved atrás. Atrás. Ahora fluís etéreos como partículas sagradas. Dos que es uno indivisible y perfecto: la memoria y el cuerpo, el extremo de conversión en luz.





Ilustración: Catalina Estrada.
Texto: Georgina Rôo.

Los originales de las dos obras de Catalina Estrada que acompañan este texto podrán verse a partir del sábado 31 de marzo en
Jonathan LeVine Gallery's

Opening Reception, Saturday, March 31 st from 7-9 pm
New York City

www.catalinaestrada.com
www.jonathanlevinegallery.com

divendres, de març 16, 2007

Acordarse

Muchas veces escribir es acordarse de lo que nunca ha existido ¿Cómo lo conseguiré, saber lo que ni siquiera sé? Así: como si me acordase. Con un esfuerzo de "memoria", como si yo nunca hubiese nacido. Nunca he nacido, nunca he vivido: pero yo me acuerdo, y ese recuerdo está en carne viva.


Texto: Clarice Lispektor.
En la foto: Clarice Lispektor (Ggle).

divendres, de març 09, 2007

Dinamica molecular perfecta

Caminaba en la multitud intentando descifrar cual era su papel en ese momento.

-Es probable que ninguno- se dijo.

Tal vez esa era la clave de lo que necesitaba: no estar de menos, ni de más. Conseguir sentirse partícula de un núcleo inmenso cuyo trabajo no era otro que dejarse llevar por una perfecta sucesión de características particulares.
Formar parte de un universo donde cada elemento cumplía su función sin plantearse el próximo paso. Como si esa sucesión perfecta tuviera un destino indefectible: el hueco entre sus brazos.






Texto: Georgina Rôo.
Fotografía: G.R.

divendres, de març 02, 2007

Paris, mayo de 1968


Balvina dio un beso en la mejilla a sus hijos.

-Bueno...a bañarnos- les dijo-

Había algo extraño en la manera. Como si los estuviera por dejar en una sala de operaciones para que les extirparan un trozo de hígado enfermo.
Era mayo en París, en la portería de un elegante edificio a dos calles de los jardines de Luxemburgo.
Balvina agarró a sus hijos de la mano y abrió la puerta del sótano:

-Es por aquí-

Bajaron los escalones en medio de la oscuridad, no había luces en el pasillo, sólo en el sótano donde los propietarios guardaban sus trastos: equipos de esquí, cajas con cuadros....Al fondo del pasillo, un improvisado baño con ducha, sin luz y con una puerta de madera rota, que había que dejar abierta para poder ver algo.
Restos de instalación y cables mostraban lo que en algún momento habría sido una lámpara en el techo, pero el deterioro era evidente y Manuel, el día anterior, prefirió dejar el baño sin luz a que su familia se quedara electrocutada.

-No se preocupen por el frío, será un segundo-

Preparó las toallas, acomodó los pijamas sobre la misma silla que utilizó para sostener la puerta y abrió el grifo. Comenzó a fregarlos con un mínimo de jabón, calculó la cantidad exacta que los limpiara: ni un poco más. Por nada en el mundo les hubiera alargado el sufrimiento de sentir en sus cuerpos pequeños, el chorro de agua helada.





Ilustración: Mariana Chiesa.
Texto: Georgina Rôo.