dissabte, de juny 30, 2007

El bar del viejo Capdevila

Para el gordo el bar a esa hora era el lugar ideal, se podía conversar y tomar una cerveza tranquilo. El bar de su viejo, que a pesar de estar en el centro de la ciudad parecía de un pueblo.

El "Costa Brava", un nombre que de pequeño lo había hecho soñar y pensar en piratas, y que más tarde supo que era el lugar donde su padre veraneaba de pequeño. Lo habían comprado cuando recién habían llegado y él todavía era un bebé de brazos, había crecido entre esas mesas.

Entonces recordó que el bar no siempre había tenido ese nombre. Nunca supo qué llevó a su padre a descolgar el tablón de madera clavado en la puerta, que en aquel entonces se llamaba "La Pasionaria". Pero jamás olvidaría que después de hacerlo sus padres se habían abrazado como nunca y su padre había dicho:

-Perdóname, no necesito un cartel que cada mañana me recuerde los muertos.






Texto: Georgina Rôo.

divendres, de juny 15, 2007

Yo, robot




"-¡Speedy! ¡Me muero, maldito seas! ¿dónde estás? ¡te necesito!"



De la novela "Yo, robot" de Isaac Asimov.
En la foto: Passolini (foto Ggle)

dissabte, de juny 09, 2007

La madre samurai

Una mañana la madre samurai se despertó sabiendo que el bien y el mal existían. A pesar de su condición de samurai, semejante revelación la hizo sentir muy inquieta.

Entonces llamó a sus hijos y les dijo:

-Cerrad los ojos para ver, respirad sin pensar para ser, sentir el néctar que atraviesa vuestras gargantas y escuchad el sonido que viene de dentro. No puedo engañaros, siempre habrá lobos dando vueltas, pero siempre estará también la luz que ilumina y da vida, el dulce y ácido flujo que sana y el pecho ensanchado por nuestra respiración sagrada.
Y la música, no la olvidéis nunca. La música de dentro y la música de fuera. El silencio como música y el sonido de los pájaros. El sonido de la luz chocando en la frente, el sonido de nuestros pasos pisando y si no pisamos el retumbar del corazón y el fluir de la sangre dentro del cuerpo.

Desde ahora tienen el secreto.

Nunca olvidéis esto queridos amados hijos míos. Cada día que pasa me siento más fuerte y más pequeña, si vamos a seguir aquí entonces esto debemos saberlo.

La madre samurai nunca supo desde dónde habían venido a sí aquellas palabras, aquellos cuatro pulsos de vida revelados. Pero aquella mañana, al despertarse, los supo certeros y sagrados.







Ilustración: "La Rabia" Blanca Hernández.
Pintura y collage sobre madera. (32 x 122 cm.)

Texto: Georgina Roo.

Pueden ver más trabajos de Blanca en:
http://www.flikr.com/photos/57649765@N00/show

y en su web:
http://www.lokomotiv.org/blanca

La exposición de sus xilografías pintadas a mano todavía puede verse en:
Què bec?
c/Daguería, 12.
08001. Barcelona.

dissabte, de juny 02, 2007

El sagrado signo de tu nombre


G será el cinco de tierra de fuego:
de viento de agua de aire.
La séptima letra de tu alfabeto,
la quinta e inicio del signo de tu nombre.
El número áureo de dos que pasados los años fueron tantos
Dos que te aullaron y engendraron.

En el principio de tu madre la luz
en la suma del nombre de tu padre, la guerra:
dragón vencido para siempre.
Eres: la lanza que lo aniquila y vuelve a darte vida
tú la tierra y nuevo el cielo otra vez elegido.

Sólo subir, flotar, no hay más lo es todo.
La luz que permanece viva aún sus heridas: carne viva.
La guerra que descansa en paz bajo la tierra.
No hay más ya verdades silencios ni mentiras,
sólo el sagrado número que es tres, es cuatro, es cinco.

Ellos están
Estarán en mí ya para siempre.







Texto y foto: Georgina Rôo.