...y me habías traído el vestido azul y ensayábamos con el micrófono nuevo,
y te hacía caso cuando desde la cabina me gritabas: - ¡No afines..!.
Pero enseguida me desperté, estaba en la cama con el i-pod encendido y no vivía más en esa ciudad, ni tenía dieciséis años porque en mi cabeza sonaba una canción...
g.r.