divendres, de setembre 01, 2006

Noche en el Raval

Empiezan las noches que a mí me gustan, noches de jersey de hilo y estrellas. Me siento a escribir mientras escucho los coches y cómo habla la gente que pasa. La luz del farol de la esquina de Sant Pau y Santa Margarita, demasiados santos para una esquina de prostitutas. Pasa una moto. El Tibidabo de noche no puede ser más hermoso, con la iglesia dorada, iluminada, recortada en medio del negro de esta noche de viernes. Vivo rodeada de montañas....el Montjuic a la izquierda, acá al lado el Tibidabo y el mar atrás, en mi espalda. Abajo, en la calle, tres chicos cantan borrachos con una guitarra. No puedo dejar de cerrar los ojos para escucharlos, cantan para ninguna gente que pasa, cantan para mí. A dos calles de las ramblas, este trozo a esta hora está casi desierto. En diez minutos vendrán los del camión de la basura, como reyes entrando en una caravana, dueños absolutos del asfalto que impone, riéndose y cantando mientras trabajan.
Te quiero tanto como debería. Mi amada infinita, mi amada maculada.........yo ya no puedo ser más yo sin vos, Barcelona.