dijous, de setembre 13, 2007

".....vender más, hacer un buen contrato, ser best seller, profesionalizarse: corremos el peligro de confundir esto con el oficio de escribir libros. La coartada suele ser que el escritor debe vivir de su literatura. Muy bien, admitamos que "debe". Sobre todo si admitimos que cualquier persona debería vivir de su trabajo, sobre todo si ese trabajo lo merece. Pero en los hechos ésto es una mentira. Un escritor argentino que publique -exageradamente- un libro de diez mil ejemplares todos los años -un escritor, digamos, a quien en el País de Jauja le adelantaran diez mil dólares por el libro- haría bien en buscarse una changuita, si anhela gozar en este mundo de algunas otras compensaciones civiles como tener hijos, darle de comer al perro o internar a sus mayores en el geriátrico. Ni hablemos si ese escritor es, además, un buen escritor, un contemplativo sosegado que acaso necesita tomarse su tiempo para redactar un poema o un cuento de diez páginas. "







Palabras de Abelardo Castillo, mi sabio. Gracias y gracias. Nunca acabaré de agradecerle las cosas que aquella vez me dijo.
Estas palabras que leen fueron dichas hace diez años. Ahora mismo, al transcribirlas, no puedo evitar sonreir al leer cosas como "diez mil ejemplares" o "adelanto de diez mil dólares". Mis queridos camaradas: ni se imaginan lo que han cambiado esas cifras en éstos (tan poco tantos) años.
En la foto: Joan Wasser (Images ggle)