dissabte, de maig 26, 2007

El dia despues



Ni bien se levantó lo supo: se compraría un pez. No, mejor dos, para que no esté solo. Así que saltó de la cama y miró el reloj: muy temprano todavía, debería esperar todavía unas horas hasta salir a comprarlo; eran las cinco y cuarto de la mañana.
Pensó si salir igual, y esperar. Pero no: podía encontrarse con ellos, con los que vuelven. Ellos con los que hasta ayer se juntaba. Un ellos al que ya no quería pertenecer.

Sería feliz, lo había decidido, y se compraría un pez. No, mejor dos, para que no esté solo.

O tal vez pensándolo tres. Dos es un número complicado.







Ilustración: Blanca Hernández.
Texto: Georgina Rôo.

Blanca expone su obra hasta el 7 de julio en
Què Bec?
c/Daguería, 12.
08002 - Barcelona

dissabte, de maig 12, 2007

El amparo de tu nombre


Nos conocimos en París hace seis años, en las clases de francés de Madame Thomas de Sainte Marguerite. Todavía no sabíamos que se llamaba Pauline, ni que había estado casada durante años con un escritor venezolano. A las dos nos encantaba su manera de andar, el rodete canoso peinado impecable. En cada clase nos hacía estudiar un poema de memoria. Todavía recuerdo "Barbara" de Jacques Prèvert:

Barbara...il pleuveut sans cesse sur Brest ce jour là...

et tu marches suriante, èpanuie...

Necesité que pasaran seis años y varios viajes para conseguir ser feliz allí. A la gente le gusta pensar en París. La gente escucha "París" y piensa en amantes, paseos y felicidad. Pero yo no conseguía dejar de llorar. Llorar, llorar y no parar. Las botas mojadas por la lluvia, las medias empapadas y frías y el pelo enredado en la nuca porque cuando me lo lavaba tenía que hacerlo tan rápido que no me lo podía desenredar.
Caminaba a su lado con la garganta extrangulada, sin poder hablar, sin poder contarle. Vivía en una habitación ínfima en la que sólo entraba una cama, una hornalla y una caja.

Los años pasaron y empezamos a encontrar las respuestas, a entender qué era lo que había pasado. Aunque haya cosas que no pueda olvidar. Todavía puedo sentir el dolor en la nuca como una espada clavada hasta la garganta, cada vez que bajaba la cabeza para ponerla bajo el chorro de agua helada.






Ilustración: Sonia Pulido
Texto: Georgina Roo

Más trabajos de Sonia en:
http://www.soniapulido.blogspot.com/

Sonia acaba de publicar el libro "Puede que ésta vez"
Ediciones sins entido, 2007.

divendres, de maig 04, 2007



No saques la espada
ni la brújula.

Porque no seré yo a quien hieras
(aunque muera)
ni te guiará el sur a tu destino.

No podrás huir de tí
desprevenido
Ni de mí,
soñada e implacable.

Vas a llorar cuando yo me dé vuelta
porque verás tus lágrimas
secas
en mi espalda.



Texto y foto: Georgina Roo.
Nota: Dejé la palabra Sur sólo para respetar el original (este poema tiene mucho tiempo). Es probable que de haberlo escrito ahora hubiera puesto Norte. Pero enfin, también es probable que ahora no hubiera puesto nada. O hubiera escrito otra cosa. O. Enfin...Eso. Salud para mi Sur, y mi Norte: salud. Salud.