dimarts, de març 28, 2006
Crueldades intolerables
Caty nunca consiguió ver el final de Dogville. Mejor, es terrible.
El día anterior me preguntaba si la solución era escapar, huir de Dogville. Ella me contestaba que...ahora no me acuerdo de lo que me contestaba pero me decía "nunca llegué a ver el final de la película".
Sonrisas en el auditorio.
Los que hayan conseguido llegar hasta el final saben a qué me refiero: después de una caravana de crueldades intolerables, Grace, la protagonista, agarra una ametralladora y los mata a todos.
Pensé en contestarle pero ese día quemaban coches en las calles de París y en los diarios de Argentina y Barcelona aparecían otra lista de desastres. Escribí entonces sobre mi rechazo absoluto de la violencia con una foto de Paul, el amor de mi amiga M., que viaja por el mundo en bicicleta pidiendo la anulación de la deuda de los países pobres.
También sobre mi creencia absoluta en la fuerza de la gente junta.
Ya sé, ya sé. La cuestión no es tan simple, ni tan suave. Sé que esta afirmación diaria respecto de la Paz (así, con mayúscula) es una desesperación por... exactamente es eso. Mi afirmación diaria respecto de la Paz es una desesperación. Una desesperación violenta.
Querida Caty: Mejor que no lo viste, no importa, es muy triste. No lo veas.