dimarts, de novembre 14, 2006

El dia despues



Ni bien se levantó lo supo: se compraría un pez. No, mejor dos, para que no esté solo. Así que saltó de la cama y miró el reloj: muy temprano todavía, debería esperar unas horas hasta salir a comprarlo; eran las cinco y cuarto de la mañana.
Pensó si salir igual, y esperar. Pero no: podía encontrarse con ellos, con los que vuelven. Ellos con los que hasta ayer se juntaba. Un ellos al que ya no quería pertenecer.
Sería feliz, lo había decidido, y se compraría un pez. No, mejor dos, para que no esté solo. O tal vez pensándolo tres. Dos es un número complicado.